martes, 2 de octubre de 2012

18.000 especies descubiertas en 2011


Un tiburón enano, una tortuga de las arenas, babosas de mar multicolores,... En 2011, cerca de 18 000 nuevas especies han sido añadidas a los 1,9 millones ya conocidas. Sólo durante ese año, la Academia de Ciencias de California -por poner un ejemplo- ha identificado cerca de 130 nuevos animales, en su mayoría artrópodos: insectos, crustáceos, etc.

Misimensis pariphantopsys
A pesar de la labor realizada todos los años, estos buscadores de lo nuevo no temen el desempleo: los investigadores en la clasificación de la vida estiman que hay en nuestro planeta entre 8 y 30 millones de especies por descubrir.

Philippe Bouchet, zoólogo del Museo Nacional de Historia Natural de París (MNHN, donde trabajó durante años el zoólogo español Jordi Magraner), recuerda que "en la década de 1970 existía el pensamiento dominante según el cual todo estaba visto, todo estaba catalogado. La exploración de la biodiversidad era una idea que olía al siglo XIX". Hubo un cambio radical a partir de los años 1980: "Los entomólogos que  utilizaban métodos modernos de exploración especularon que varios millones de especies de insectos podían vivir en las copas", verdadero techo de verdor formado por el follaje superior de los árboles. Un ecosistema en sí mismo.

Este período también marca el inicio de la exploración de los océanos y las fuentes hidrotermales, "entornos completamente nuevos, donde había especies desconocidas". Paralelamente, explica el investigador, "el acceso a las técnicas moleculares, más baratas y más fáciles de usar, hace que estemos en posición de ver bajo un prisma nuevo la fauna y la flora que creíamos bien conocida”. En suma, un mundo a revisitar.

Pterinopelma sazimai
Símbolo de este nuevo rumbo, el programa de misiones "El planeta revisitado", lanzado en 2006 por el MNHN, proporciona a importantes equipos de científicos los medios para trabajar en ambientes considerados inaccesibles. Tal es el caso del follaje de la copa tropical o algunos ambientes costeros que carecen de infraestructuras.



Expediciones

El jefe de expedición del programa, Philippe Bouchet, ha acompañado durante cuatro meses en 2006 a más de 150 científicos en Espiritu Santo, una de las islas del archipiélago de Vanuatu, situado en el Pacífico Sur. Objetivo: realizar un inventario de la biodiversidad con la ayuda de especialistas en buceo, escalada, espeleología,...

Pristiophorus
nancyae
Allí, estos aventureros del Arca de Noé  deseaban estar en constante contacto con los investigadores y estudiantes locales. Una característica de las misiones científicas del siglo XXI. "No somos colonos que vienen, cogen y se van”, dice Bouchet. “Queremos mostrarle a la gente que hay un patrimonio natural que proteger en torno a ellos".

Habitualmente, los lugareños conocen a la perfección especies que nunca antes habían sido reportadas. Así, el año pasado, un científico de California se sorprendió al descubrir un pez - linterna desconocido en los puestos del mercado de Taiwán.

Una expedición como las de Philippe Bouchet puede traer en su equipaje "de 1.000 a 2.000 especies nuevas"en cada viaje. Sin embargo, cinco años después, sólo un centenar de ellas han sido debidamente catalogadas.

Una carrera contra el tiempo

¿Por qué esta aparente lentitud? "La mayoría de los grupos zoológicos no cuentan con un especialista mundial", lamenta el investigador. Así, algunos crustáceos, moluscos e insectos, que constituyen la mayoría de las nuevas especies, pueden esperar veinte años desde  su descubrimiento sobre el terreno hasta su descripción formal en la literatura científica. Philippe Bouchet recuerda una mariposa en Brasil recientemente descrita "sobre la base de muestras tomadas al comienzo del siglo XX. "

Halicephalobus mephisto
A pesar del poco interés que la comunidad científica parece mostrar ante los arácnidos y las babosas de mar, Bouchet está convencido de que "todas las especies tienen algo que decir, un mensaje sobre la evolución, la ecología y la conservación."

La falta de investigadores especializados, junto con la cantidad de especies a estudiar, convierte el trabajo de estos buscadores en una verdadera carrera contra el reloj. "No hay un tiempo infinito. La mayoría de las especies desaparecerán incluso antes de ser descritas", dice. Un ejemplo es la mencionada mariposa de Brasil, cuyo hábitat ha sido seriamente destruido por la extensión de la actividad humana durante el último siglo.

Pero Philippe Bouchet quiere seguir siendo optimista: "Descubrir y describir especies desconocidas es algo positivo en un contexto ambiental en el que sólo se oyen malas noticias. Esto demuestra que vale la pena que nos interesemos por la Tierra.”

Fuente: Julien Joly (Le Monde)

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